El gocho, como "cariñosamente" se le decía, fue el último gran político venezolano del siglo XX que nos deja. Fundamental actor de la democracia venezolana de ese período, se desempeñó primero como Ministro de Relaciones Interiores de Rómulo Betancourt (las actividades de este cargo le hizo ganar el odio a muerte de los que hoy "gobiernan" este país) y posteriormente como Presidente de la República en dos ocasiones, 1974-1979 y 1989-1993.
Lleno de errores y aciertos, pero un demócrata por encima de todo, el Gocho encarnó todo lo bueno y malo de nuestra democracia pre-Chávez, esa democracia imperfecta, llena de corrupción y populismo, pero que al fin y al cabo daba una solución de alternabilidad y permitía prosperar, a través del estudio o del trabajo, a los que así se lo proponían.
Responsable de la gran expansión del Estado en su primer quinquenio, período en el cual nacionalizó el petróleo y creo las industrias básicas de Guayana (parece que a la gente se le olvidó ésto) pero al mismo tiempo aumentó de forma brutal el aparato estatal, hecho que ha sido más que comprobado como negativo para los países (no muy distinto a lo que hace el régimen chavista actualmente) por eso dicen que las similitudes entre CAP y Chávez son más que las diferencias, por lo cual no entiendo el odio de los chavistas, más allá de que sus líderes le dicen que deben odiarlo. Este fenómeno de auge y caída de CAP es algo que deben los chavistas al poder tener muy en cuenta, como un tipo tan querido pasa casi de la noche a la mañana a ser odiado.
En su segundo mandato formó un gabinete tecnócrata (tal vez el único que haya tenido el país) encabezado por Miguel Rodríguez. Trataron de sacar al país del modelo rentista y llevarlo a una economía de mercado pero fallaron. Fallaron porque CAP sobreestimó su poder político, se olvidó de su partido (AD) a la hora de repartir poder, no hizo las cosas gradualmente ni con una campaña de concientización. Esta forma atropellada y sin suficiente poder le ocasionó dos golpes de Estado (el primero dado por el actual Presidente), un sacudón social (disfrazado de espontaneidad pero activado por factores insurgentes de izquierda) y un enjuiciamiento por malversación de la partida secreta que hoy en día daría risa, (un juicio netamente político en el que le pasaron factura todos los factores de poder de esa Venezuela que se vieron amenazados ante un nuevo orden neoliberal).
Opino que la lenta muerte del país tiene dos pasos importantes y en ambos CAP es protagonista:
1. La expansión del Estado y el populismo como forma de gobierno de su primer mandato.
2. La falta de apoyo a la Democracia por parte de los actores políticos durante las intentonas golpistas del 1992.
El primero, por hacerle pensar a la gente que el Estado debe ser su proveedor y no el fruto de su trabajo y el segundo, por haber dejado a la deriva un sistema que parecía eterno y que como se comprobó no lo fue y al mismo tiempo no se permitió que evolucionara hacia la modernidad.
Sin embargo, CAP fue un tipo carísmático, un político de masas como el que hace falta hoy en día para enfrentar al mal que nos gobierna.
A manera personal, recordaré a CAP con cariño por ciertos lazos de amistad en mi infancia y como un recuerdo de un país que no era ni remotamente el ideal, pero si mucho mejor que el actual.