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Los logros en materia de seguridad impulsan el despegue económico - El país andino crece por encima de la media de América Latina
MAITE RICO (ENVIADA ESPECIAL) - Bogotá - 24/03/2008
En Colombia hay vida más allá de la guerrilla y el narcotráfico. En seis años, el país ha salido de la sima de la crisis económica y de la violencia desbocada para estrenar un clima inaudito de optimismo. De codearse con Afganistán y Nigeria en las listas negras de los Estados parias, Colombia ha pasado a encabezar las estadísticas de crecimiento de América Latina y es hoy objetivo codiciado de la inversión extranjera. La clave, dicen los expertos, está en los logros en materia de seguridad.
Bogotá ofrece en estos días una imagen desconocida. Buena parte de sus ocho millones de habitantes se han ido de vacaciones y los eternos trancones (embotellamientos) han cedido el paso a avenidas desiertas. "Cuando yo llegué, a finales de los noventa, no podías salir de la capital por carretera", cuenta un empresario español. "Las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) y los paramilitares se habían tomado el país. Vivíamos en un estado de terror".
La bandera de la seguridad aupó al conservador Álvaro Uribe a la presidencia en 2002. Uribe prometió que el Estado recuperaría el control territorial con un combate sin cuartel a los grupos armados y al narcotráfico, y con programas sociales. "Y lo logró. Su estrategia de Seguridad Democrática tiene un respaldo generalizado", reconoce Alfonso Cuéllar, editor jefe de Semana, la revista política más influyente. "Hoy el país es otro. Con dificultades, pero es otro". Las FARC están acorraladas. La mitad de sus efectivos (unos 10.000 guerrilleros) se han acogido a los programas de reinserción, junto a 30.000 paramilitares. Los secuestros y atentados han dejado de protagonizar los noticieros. Los analistas coinciden: la seguridad ha generado un "círculo virtuoso" de confianza, inversiones, consumo y crecimiento que explica el despegue colombiano.
Los altos precios de las materias primas (petróleo, carbón, café) redondean una coyuntura propicia. En apenas unos años, la economía ha pasado de la recesión a crecer un 7,4% en 2007, muy por encima de la media latinoamericana (5,5%). Los capitales nacionales están regresando. Los centros comerciales y los restaurantes se multiplican en las ciudades y se nutren de la expansión de la clase media.
Con más de 5.000 millones de euros anuales en los tres últimos años, Colombia es hoy uno de los principales destinos de inversión extranjera en América Latina, sólo superado por México, Brasil y Chile. El interés está puesto, sobre todo, en hidrocarburos, servicios, agroindustria y biocombustibles, con el desarrollo de la palma africana.
Si en el foro de Davos de 2003 Uribe fue recibido por un auditorio escéptico, en el mismo escenario, el pasado enero, su agenda se vio saturada de reuniones con directivos de grandes empresas. Lo mismo ha ocurrido con el Encuentro Empresarial Hispano Colombiano: de las diez compañías que lo inauguraron en 2002 se pasó a casi un centenar el año pasado.
"Ha mejorado la seguridad física, pero también la seguridad jurídica", dice otro empresario español. "Colombia cuenta además con una mano de obra más cualificada y, sobre todo, con una certidumbre y un consenso nacional que contrastan con la inestabilidad de los vecinos".
"Ha habido harta mejoría, sí señor. Este presidente nos ha colaborado". José Gregorio tiene más trabajo en el taxi, dice, porque "como hay menos delincuencia, viene más turismo y más gente del exterior". Su mujer, que vendía aguacates en un puesto callejero, ha pasado a engrosar las listas del empleo asalariado privado, que en los últimos años ha crecido un promedio anual del 5% (750.000 puestos de trabajo). La pobreza ha caído (del 56% al 45% entre 2002 y 2006, según Naciones Unidas) y el paro, que alcanzó el 22% en 2000, ronda el 10%.
Hay, sin duda, flancos vulnerables, como la alta dependencia del exterior. La recesión que se avecina en EE UU y las difíciles relaciones con Venezuela, sus dos principales mercados, han llevado a rebajar la expectativa de crecimiento para 2008 al 5%.
En este panorama, la sombra de Uribe empieza a eclipsar a los partidos políticos. Los grupos coaligados con el Gobierno se van desdibujando. El opositor Polo Democrático, que ha logrado avances emblemáticos (como la alcaldía de Bogotá) se debate entre "las visiones dogmáticas del siglo XX y la izquierda del siglo XXI", en palabras del senador Gustavo Petro, una de sus voces más lúcidas. Petro asegura que "el actual periodo de bonanza" está demasiado atado a los capitales especulativos y al narcotráfico. Sin embargo, la mayoría de los economistas señala que el dinero de la cocaína, al contrario de lo que ocurría en los años noventa, es hoy marginal en las inversiones.
El apoyo popular a Álvaro Uribe se ha disparado tras los últimos golpes contra las FARC y alcanza hoy el 84%. "Es algo histórico. Los intentos de reelección habían fracasado siempre, y Uribe lo logró en 2006 con un 62% de los votos", explica Alfonso Cuéllar.
La progresiva centralización del poder, algún caso de corrupción de funcionarios o el escándalo de los vínculos de políticos con grupos paramilitares, que salpicó al partido gubernamental, no han hecho mella en el presidente. Una campaña de recogida de firmas para modificar la Constitución y permitir que Uribe pueda optar a un tercer mandato va viento en popa.
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